Análisis de tierras y abonos: lo que el viento se llevó

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Como ya nos vamos conociendo, os voy a confesar un vicio que tengo. Me gusta echar la vista atrás y hojear libros antiguos sobre análisis químicos. Así compruebas como hemos cambiado, que lejos ha quedado aquella… técnica analítica.
Sin echar por tierra al pasado, las cosas mejoran a gran velocidad; pero, de la misma forma, también muchos procedimientos se siguen usando por su robustez y precio.
Este es el libro de 1947 que cayó en mis manos 2 semanas atrás. Me va a servir para contar lo que fue, es y será en el análisis de tierras y abonos. Empezamos.

«Francamente, querida, me importa un bledo.»

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Pues no, querido. Nos importa mucho, que del pasado siempre aprendemos. En este caso empiezo por el final, que es la legislación vigente sobre fertilizantes en el siglo pasado: El decreto de 28 de febrero de 1935 sobre la composición y pureza de los abonos en la orden del Ministerio de Agricultura del 1 febrero 1940.
En el etiquetado de los abonos se debía incluir, como ahora, la composición en letra y el tanto por ciento de cada elemento. Los elementos fertilizantes especificados eran nitrógeno: nitrógeno amoniacal, nítrico orgánico y total, ácido fosfórico soluble al agua, al citrato, insoluble en agua y citrato pero soluble en ácidos y total; y potasa anhidra soluble en agua y total. Y me quedo uno, de todos conocido por nutrir a las plantas, de hecho escribimos nutrir con N de nitrógeno.

Determinación de nitrógeno
Para el nitrógeno total, se pone 10g de muestra en el matraz kjeldahl de 125 cc con 30-40cc de ácido sulfúrico, 8.7 gr de sulfato potásico, 0.865 gr de sulfato ferroso y 0.435 gr de sulfato de cobre. Se tapa y se somete inclinado a acción de fuego hasta que el color paja pase a transparente. Se deja enfriar, agregando agua y se trasvasa a un matraz de destilación. Se ponen 25 cc de ácido sulfúrico diluído en un vasito con gotas de rojo de metilo (indicador), colocándolo debajo del aparato de destilación con la extremidad sumergida en líquido.
Se agregan al matraz de destilación 5 cc de solución de NaOH al 45% por cc de ácido sulfúrico y trozos de piedra pómez y se calienta hasta terminar la destilación. Se valora en el vaso el exceso de sulfúrico con sosa. La diferencia de 25 y los cc de sosa empleados multiplicado por 0,0014 da el nitrógeno contenido en 10gr de tierra.

METODO KELDAHL

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“A Dios pongo por testigo de que jamás volveré a pasar hambre.»

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Y si pensabas que las cosas han cambiado una barbaridad, decir que el método Kjendahl sigue siendo usado para la determinación de nitrógeno en muestras de suelos o alimentos. Lo que sí ha cambiado es el procedimiento, o sea, se ha automatizado. Con esto conseguimos controlar la Tª a la que se calienta, recoger los gases que se producen y no tener que tocar nada. VIVAN LAS MÁQUINAS

Y la actualidad legislativa es el Real Decreto 506/2013, de 28 de junio, sobre productos fertilizantes. En la bolsa de abonos entran abonos inorgánicos nacionales, orgánicos, órgano-minerales; productos especiales; enmiendas calizas, orgánicas y otras.

Los ingredientes autorizados como nutrientes principales son nitrógeno total, ácido fosfórico (expresado como anhidro P2O5) y óxido potásico. Las cosas no han cambiado tanto.
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Ahora las etiquetas no solo hablan de composición. Como todo producto que se precie (cuando precie, me refiero a ponerle precio), debe incluir aspectos que ayuden a su trazabilidad. A seguirle la pista desde la elaboración a la distribución.
• Identidad del producto.
• Numeración de la partida o del lote que le corresponda en su fabricación.
• Nombre y dirección de la planta o instalación donde se elabora el producto.
• Materias primas utilizadas en su fabricación y sus suministradores.
• Responsable de su puesta en el mercado.

“ Después de todo, mañana será otro día.»

Si Scarlet, mañana será otro día. Los laboratorios agrarios analizan la fertilidad de los cultivos, sus necesidades; se comprueban fertilizantes para detectar fraudes en la composición química o mejorar la actividad agraria amiga de la sostenibilidad medioambiental. Para ello, hacen uso de espectrómetros de emisión atómica con plasma de acoplamiento inductivo (ICP-AES) para determinar metales en suelos, digestores para nitrógeno y texturómetros.
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“Espectrómetro de emisión atómica con plasma de acoplamiento inductivo”, mejor lo dejamos en ICP-AES, ¿verdad?. A groso modo, la muestra emite luz a una frecuencia determinada y la intensidad de esta luz emitida está en función de su concentración.
MUESTRA EN PLASMA
El plasma es gas ionizado. Decir plasma nos lleva al espacio, ¡Qué bonito!.
El ICP es un plasma continuo inducido en la corriente de argón y conseguir plasmas de alta Tª aplicando campo magnético. Lo maravilloso es poder determinar simultáneamente varios elementos: como los elementos de la muestra emiten luz característica, si filtramos ésta, leeremos la señal de cada uno. Esta señal pasa por el transductor, que actúa como traductor para poder cuantificar la señal. Et voilà. Concentración exacta.
Las posibilidades son infinitas: sirve para suelos, vinos, detergentes, pesticidas…
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Pero la cosa no se queda aquí y las líneas de investigación no se quedan dentro del laboratorio: las herramientas quimiométricas combinadas con las técnicas analíticas ayudan al estudio de la contaminación ambiental ya que suponen ordenar esos datos obtenidos, reconocer patrones y tendencias, descartar errores y asociar conjuntos de datos.
Hemos ganado precisión y exactitud; seguridad y comodidad en el laboratorio. Termino con una frase en el prólogo del autor, Jesús Aguirre:

En los análisis de aplicación debe tenerse muy en cuenta la exactitud que requiera la interpretación posterior de los resultados analíticos, pues éstos no tienen ningún valor si no se los sabe interpretar adecuadamente.

Esta entrada participa en el XLV Carnaval de Química alojado en el blog conCIENCIAte ahora de@honey_eyes1405.

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